Críticas del concierto de Astrud + Brossa en el Auditori de Barcelona.Críticas que han aparecido en La Vanguardia, El Periódico y El País.
Luis Hidalgo, en El País (24-Ene-2010)
Deslumbrante.
Lo que podría imaginarse en un plano teórico se hizo tangible en el plano de lo práctico, aquel donde se puede ver, escuchar y sentir. Las canciones, las de pop en este caso, no deben ser concebidas como una forma a la que atribuir la categoría de matriz, de original, de primer modelo. Las canciones pop nacen en la imaginación de un compositor y viven en una forma instalada en la memoria de sus seguidores. A esa forma, por lo general la grabada en disco, se le suele atribuir el calificativo de "versión original". Pero las canciones son algo más, mucho más. O al menos las buenas canciones. Que Astrud permitiese pensar en ello mientras ofrecía el que sin duda será uno de los mejores conciertos del año fue un estímulo más de su espectáculo: un espectáculo deslumbrante.Lo fue por muchas razones, por casi todas las que edifican un concierto inolvidable. La idea central consistía en que Astrud interpretaría sus canciones con el Col·lectiu Brossa, músicos iconoclastas y solventes de formación clásica a cargo de marimba, vibráfono, acordeón, violín, violonchelo y zanfonía. Hasta aquí nada más que una idea con sentido. Pero es que sobre el escenario esta idea desplegó los recovecos de unas canciones que resultaron sutiles, abiertas, dinámicas, hermosas, profundas y originales. Más que bonitas, preciosas, arrebatadoras, emocionantes y frágiles.¿Por qué? Pues porque los arreglos resultaron espléndidos, siempre reforzando el sentido de las canciones, su sentimiento de raíz, a la par que revolcándolas en unas armonías, timbres y ritmos completamente distintos que permitían creer simultáneamente que se trataba y no de la misma canción que la hasta entonces conocida en disco o en directo. Esos arreglos dieron más protagonismo a la voz de Manolo, un cantante asombroso, amén de amplificar la determinante figura de Genís en el concierto, cuyo sentido del humor y actitud, inteligente, irónica y distante, dieron aún más empaque a un todo que dejó al público pasmado.Por todo ello, en la docena larga de canciones que interpretaron de todas las maneras posibles, pero siempre reinventando la relación entre el pop y una sui géneris instrumentación de cámara, la colaboración entre Astrud y el Brossa permitió entender por qué, más allá del original, las canciones con sentido no son más que una idea flotando en un espacio creativo que puede ser requerida de cien maneras distintas por su intérprete. La forma en que fueron llamadas las canciones de Astrud en el Festival del Mil·lenni se evocará. Música solemne en un concierto sin pizca de solemnidad.
Juan Manuel Freire, en El Periódico (24-Ene-2010)
Triunfo de Astrud y el Col.lectiu Brossa.
La unión de Genís Segarra y Manolo Martínez (Astrud), con el Col.lectiu Brossa –versión ampliada del Brossa Quartet de Corda– es algo más que una rareza: es una aportación brillante al maridaje hoy al alza de pop con música clásica. Lo que se vio el viernes, 22, en la sala 2 del Auditori, dentro del programa del Festival del Mil.leni, tampoco queda tan lejos de los experimentos vanguardistas de gente como Owen Pallett, Nico Muhly o Tyondai Braxton; no eran las canciones conocidas con adorno neoclásico, sino temas casi nuevos, de arreglos traviesos pero complejos.Violín, chelo, viola de roda, marimba y vibráfono redefinieron, más que vistieron, las imposibles creaciones de uno de los pocos grupos españoles que conjugan personalidad con eficacia pop. Manolo hizo una exhibición vocal, mientras que Genís aportó grandes detalles de electrónica analógica, además de confirmar sus dotes de entertainer; a la altura de Mentalismo se tumbó en el suelo delante de Manolo para ver si la canción le hacía levitar.Siete hombres sembrados, en fin, para un repertorio lleno de hits, como Cambio de idea, Me afecta, Europa, Todo nos parece una mierda o El vertedero de Sao Paulo. En estas dos últimas comprobamos que las canciones llegaban alteradas, o actualizadas, también en las letras: si antaño cantaban sobre Windows Vista, allí cantaron sobre Windows 7; y un guiño jocoso a Spotify fue recibido con algarabía. Todavía únicos. Y grandes.
Ramon Súrio, en La Vanguardia (24-Ene-2010)
Mentalismo ilustrado.
La reunión de Astrud, es decir, de Genís Segarra (sintetizadores) y Manolo Martínez (voz), con el Col · lectiu Brossa - un grupo cambiante de músicos integrado en esta ocasión por Aleix Puig (violín), Oleguer Aymamí (chelo), Gregori Ferrer (acordeón), Adrià Grandia (viola de rueda) y Marc Casas (percusión)-levantó una expectación que se vio compensada por la calidad de la propuesta. Se trata de la reinvención del repertorio de Astrud en clave orquesta de cámara. Era el cuarto bolo que realizaban y, si nadie lo remedia, el último, lo cual sería una lástima dado el nivel de compenetración que han logrado. Y más si tenemos en cuenta que Astrud llevaban inactivos desde que lanzaron Tú no existes (2007).Las canciones alcanzan con los nuevos arreglos una dimensión desconocida, siendo las mejores versiones que se han podido escuchar a lo largo de una carrera en la que empezaron sus prestaciones en directo como dúo tecnopop para ir derivando hacia un formato de banda más convencional. Además, si tenemos en cuenta que Genís y Manolo son más buenos autores que intérpretes, escuchar sus temas tocados con el virtuosismo del que hacen gala unos músicos que se mueven con igual soltura en el campo de la clásica, el jazz o el folk, fue una auténtica gozada. También una verdadera sorpresa, porque ni el más osado de sus fans podía imaginarse lo bien que se adapta un instrumento típicamente folklórico como es la zanfona a las necesidades de su pop. Tanto es así que Todo da lo mismo, interpretada con el único acompañamiento de este instrumento, se convirtió en uno de los momentos más emocionantes de la velada. Otra cúspide con protagonismo destacado de la viola de rueda fue El vertedero de SâoPaulo. Los arreglos orquestales se adaptan como un guante a las canciones, llevándolas en volandas y rubricando de manera inteligente los vaivenes de las melodías, ya sea en forma de crescendos exultantes o por el lado minimalista. El mejor ejemplo fue la brillante ejecución de Todo nos parece una mierda.Mención especial para el hilarante sentido del humor de Genís Segarra y para las letras más disparatadas que ha dado el pop hispano, con aviso incluido para sus detractores, porque 'tú lo llamarás cursilería pero yo lo llamo mentalismo' y muy ilustrado por cierto.
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