martes, 11 de mayo de 2010

El sorprendente encanto de Papá Topo

Huelen a hype por los cuatro costados. Demasiado jóvenes, parecían el ultimo capricho de los (a menudo) erráticos dirigentes del sello Elefant y su ultima superstar (Guille Milkyway, productor del invento), a saber: Adriá Arbona y Paulita Dernaiz son de las islas baleares y se hacen llamar Papá Topo, hace cosa de un año colgaron un par de temas en su myspace y Guille quedó prendado. El boca oreja no se hizo esperar, acaban de publicar un 7" de cuatro temas, están preparando un 10" de seis temas para después del verano y se están oyendo por Inglaterra e incluso Japón. Todo un fenómeno relámpago al que no estamos acostumbrados por estas tierras nuestras, donde los grupos tardan normalmente un par de años en eclosionar, desde que se fundan hasta que sacan el primer lp. Sí, sí, ya se que suenan a La pequeña suiza, La monja enana, La casa Azul y a Los fresones rebeldes todo junto, pero no son tan sosos como Guatafán ni tan anodinos como lo fueron en su momento Vacaciones o Me enveneno de azules. Sus letras (Son de Adriá: ese cruce imposible entre un Juan de Pablos teenager y Buddy Holly) están más cerca de la irreverencia cutre-punk de la movida que del tonti pop de los 90, y los ritmos y el desparpajo que muestran en directo me hace imaginar a estos chavales manoseando discos de los Smiths en su habitación. El tiempo dirá, pero lo tienen todo para triunfar: frescura, imagen, sonido, canciones, juventud, inocencia... ante el rollo repensado, relamido y difuso (otros lo llaman ecléctico) de bandas como Klaus & Kinski, yo me quedo con la dulce intrascendencia y urgencia de Papá Topo, he dicho.

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