Anoche escuché de un tirón el "mediterráneo" de Serrat y lloré como un niño. No se porque lo cuento. No quiero quedar como un tipo sensible. Ni como un tipo que se hace el duro y de vez en cuando se muestra sensible para que así le quieran más. Simplemente lo digo porque me apetece decirlo. Y también, porque no, para subvertir lo que fue un momento intimo y trascendental en algo compartido y exhibicionista. El ser humano es un bicho con una insatisfacción genética y congénita más que demostrada. Sí hasta soy capaz de poner dos adjetivos que significan lo mismo, no por énfasis, si no por poseerlo todo cuanto antes mejor...hasta los adjetivos. La sal, la mar, el sol, la belleza de las pequeñas cosas y las pequeñas gentes, el sentido de la vida, y por supuesto el amor. Amor devorador y sereno. Eterno y fugaz, conformista en su esencia, pero exigente en su pureza. Todo eso y más fue Joan en los 70. Ahora se va de gira con Sabina, pero hace 30 años fue el trobador de una generación ya re-hipotecada. Poeta sensible, culto y seductor que abrió ojos y corazones en la aletargada España pre-constitucional, más allá de verdades inamovibles y anquilosadas mentiras. Solo me queda desearos que vivaís ese momento intimo que yo viví anoche escuchando esta maravilla. Adquiridlo como sea, no hace falta que os lo pongáis porque yo os lo he dicho. Conseguidlo, tenedlo en casa y dejadlo reposar como los buenos vinos. Y un día de estos a flor de piel, os lo ponéis, sin pretensión pero con cariño. Así se acojen estas canciones que llegan al tuetano personal de cada uno y que creo firmemente, nunca te abandonarán.
Publicado en Marzo de 2009 en:
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