Sobre la mesa centenaria de mi estancia voy posando lentamente mis objetos, y mientras voy colocándolos con los ojos entornados observo los bellos accidentes que el fulgor de estos objetos me sugieren a la luz de mi lámpara. Bien por azar o un capricho de la mano juguetona, la luz tenue de mi estancia augura un universos de reflejos y sombras que se desdoblan con ecos cromáticos. Mis talismanes son cosas tan humildes, cosas tan familiares, y es por esta razón, que al guardar silencio puedo oírlos cuchichear entre sí. Rescatan sonidos que me pertenecieron. Cuchichear es un verbo que me evade hacia la calma de la noche tersa de mis sentidos pausados, entonces observo la sombre desdoblada de mi mano y comienzo a escribir con cierta inseguridad en una letra minúscula y candenciosa.
Hoy he traído a mi mesa de las sederas un objeto un tanto especial. Yo sé que Joël desea que que le hable de este bello objeto que guardo celosamente en mi biblioteca de objetos olvidados. Nunca te he hablado de él, Joël, pero sin embargo sé que intuyes de su existencia. Y si te lo mostrase sería menos evocador que el intentar verlo ahora a través de mis palabras. Este objeto es un libro. Poseo muchos libros guardados en cajas, libros sobre los que ya no discuto, tantos libros mal leídos, tantos libros impetuosos, pero éste es para mí un libro precioso, mágico. Es un libro tan modesto, tan humilde y a la vez con un profundo significado. Me lo regaló hace varios años la hija de un carpintero de barcos. Padre e hija lo editaban en su modesta editorial y lo encuadernaban con mimo a mano. Permitidme que os describa mi preciado libro. Lleva por título "Guía de las estrellas" y su autor es Pierre Sizare. Su cubierta es de papel verjurado con un doblez de la mitad de un pliego en las dos tapas que provoca mi sonrisa por su ingenuidad. En el centro de la portada hay inscrita una estrella de ocho puntas con tinta dorada que gravita dentro de una elipse. Este libro tiene exactamente cincuenta páginas y nos permite reconocer en el firmamento las cincuenta estrellas más brillantes del firmamento. Su breve prólogo nos explica los jalones de la lectura de este libro: "Esta guía para reconocer las principales estrellas pueden utilizarla, sin ningún conocimiento prreliminar de Astronomía, todos los que por afición o por necesidad se dedican a la observación del firmamento estrellado".
Mi guía de las estrellas no es un libro de Astronomía al uso. Posee los conocimientos indispensables para orientarse por el mar o por el desierto. Sin duda es la topografía estelar que cualquier navegante de la antiguedad conocía lo suficientemente bien para no perderse por los mares y las montañas.
A falta de un cielo estrellado que surca la ventana de mi cuarto me consuelo colocándo mi dedo índice sobre las rutas que me suscitan las diferentes constelaciones. Entonces suelo detenerme e imaginar las estrellas como flores musicales. Pienso que cada estrella que brilla en el espacio infinito es una canción. Pienso siempre que cuando una canción despierta un destello en los ojos de una persona nace una hermana luminaria en el firmamento. Mi universo musical no será mayor que estas cincuenta estrellas más brillantes del cielo grabadas en la carta ecuatorial. Cincuenta estrellas rutilantes, cincuenta canciones sobre las que no pasa el tiempo, cincuenta emociones humanas.
Mi ojo ha enfocado el nombre de una de estas estrellas pues quiero entregársela a Joël. Es nombrada como "Al Naïr" y está situada en la costelación Grulla, Mag. 2,16; coordenadas aproximadas -ascensión recta AR 22 h 5m, declinación 47º 2 s; y su color es blanco. Deberás colocar tu cuarzo más preciado, aquel que te gusta acariciar, sobre un paño blanco y pronunciar en un murmullo "Al NaÏr". Cuando el cuarzo destelle podrás ver como asciende una filigrana musical hacia alguna profundidad del espacio imaginario, allí donde se encuentra esta estrella. Deberás estar muy atento y en silencio para poder percibir el cimbreo en tu oído...
Por José Bravo (muebles zahorí)
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